GOLD VI - Recomendaciones políticas : Vías para alcanzar la igualdad urbana y territorial

2022

Cités et Gouvernements Locaux Unis - United Cities and Local Governments (CGLU - UCLG)

En el informe GOLD VI se proponen cinco principios como recomendaciones políticas para avanzar en la igualdad urbana y territorial. Estas recomendaciones son el resultado de la intersección entre las distintas trayectorias y los valores expresados.

Principio 1: Un enfoque basado en los derechos

Las vías hacia la igualdad analizadas en el GOLD VI requieren un enfoque basado en los derechos si se quiere que prosperen de forma que reconozcan las necesidades y aspiraciones de la población local. La promesa hecha por los GLR de respetar, proteger y cumplir las obligaciones y compromisos en materia de derechos humanos se ha convertido en varias iniciativas, redes y mecanismos ambiciosos. Sin embargo, las distintas vías analizadas en este Informe invitan a los GLR a adoptar un enfoque expansivo de los derechos que vaya más allá de estas obligaciones. Animan a los GLR no sólo a impulsar una nueva generación de derechos esenciales, sino también a reconocer las múltiples formas en que los colectivos exigen y promueven derechos sobre el terreno. Los GLR pueden hacer una contribución sustancial a los derechos y capacidades de los seres humanos para avanzar en la igualdad y la sostenibilidad.

Pueden hacerlo

(a) fomentando la solidaridad y el cuidado, la creatividad y la innovación, la confianza y la tolerancia, y la democracia y la vida cívica;

(b) facilitando los derechos de las comunidades a acceder a los servicios básicos y proteger los bienes comunes;

(c) garantizando la conectividad y los medios de vida que aseguren la inclusión de las diferentes comunidades en el tejido urbano;

(d) asegurando transiciones ecológicas justas que apoyen una vida digna y futuros sostenibles.

Adoptar un enfoque de la igualdad urbana y territorial basado en los derechos invita a los GLR a comprometerse activamente con los derechos de las generaciones presentes y futuras, en relación con una serie de derechos, que incluyen tanto derechos reconocidos por los convenios internacionales, como nuevos derechos esenciales:

(a) los derechos al agua y al saneamiento, a una vivienda adecuada, a la educación y a la salud;

(b) el derecho a los cuidados, cuya importancia ha sido puesta de manifiesto por la pandemia actual;

(c) los derechos relacionados con la accesibilidad y la movilidad sostenible para todos;

(d) los derechos digitales, y el derecho al tiempo para actividades personales y de ocio;

(e) el derecho a disfrutar de un medio ambiente sano;

(f) el derecho a un trabajo digno;

(g) el derecho a participar en la vida pública y en los procesos de toma de decisiones; y, sobre todo,

(h) el derecho a la protección de los derechos humanos de las personas estructuralmente discriminadas y de los grupos con necesidades específicas, como las mujeres, los niños, las víctimas de la violencia, las personas LGBTQIA+, las personas mayores, las personas con discapacidad, los migrantes y las personas encargadas de actividades asistenciales, entre otros.

Los GLR deben considerar que esta comprensión ampliada de los derechos representa los valores fundamentales para un contrato social renovado que haga avanzar el Derecho a la Ciudad.

Además, los GLR tienen la oportunidad de abordar las desigualdades reconociendo y apoyando los esfuerzos liderados por la sociedad civil que defienden y tratan de ampliar los derechos de los grupos que han sido marginados sistemáticamente de forma histórica. Como ya se ha comentado en este Informe, las prácticas cotidianas desempeñan un papel crucial en la ampliación de los derechos desde la base. Esto incluye las ocupaciones culturales, los grupos de salvamento, las autoenumeraciones y la cartografía en los asentamientos informales, la puesta en común de tierras y otros procesos de producción social del hábitat. Cuando son adecuadamente reconocidas y apoyadas por los GLR, estas prácticas pueden crear sinergias y ampliar el cumplimiento de otros derechos, como el acceso a un trabajo digno y/o a una vivienda adecuada. Esto implica comprender las formas en que se experimentan los derechos en los distintos territorios y reconocer la diversidad de género, clase, edad, raza, etnia, religión, capacidad, estatus migratorio y sexualidad, entre otros.

Principio 2: Abordar la dimensión espacial de las desigualdades

La forma en que se organiza el espacio no es sólo un espejo de las desigualdades existentes, sino también un motor de su reproducción. Por lo tanto, es en la planificación y gestión del espacio donde los GLR deben contribuir a defender y promover los derechos. Por lo tanto, abordar las manifestaciones espaciales y las causas de las disparidades debería ser un elemento central de las estrategias locales que pretenden avanzar por las vías interconectadas que se analizan en el GOLD VI.

Unos mecanismos de planificación más sostenibles, receptivos y justos son, por consiguiente, algunas de las herramientas más poderosas que pueden utilizarse para abordar la desigualdad y la fragmentación socioespaciales. Entre ellos se incluyen instrumentos para promover una mayor mezcla social y funcional, ciudades pluricéntricas, espacios públicos y verdes más inclusivos que reconozcan la función social del suelo y el acceso universal a servicios públicos asequibles y de calidad. Dar prioridad a la proximidad es el núcleo de este enfoque. Garantizar el acceso de los vecinos a los servicios, los medios de subsistencia, las infraestructuras y los centros asistenciales, a la escala adecuada, es crucial para asegurar unas condiciones más igualitarias para todos. Y lo que es más importante, los GLR pueden promover la proximidad como un poderoso medio de apoyar a quienes reciben y prestan cuidados. Esta estrategia puede utilizarse para reducir el uso de vehículos motorizados y los desplazamientos; reducir las emisiones de CO2; apoyar las oportunidades de medios de vida locales que sean compatibles con las diferentes identidades y formas de vida; y reforzar la vida cívica local de forma que promueva la democracia y la participación.

La planificación urbana y territorial también puede ofrecer una vía para aplicar estrategias espaciales y desvincular el desarrollo urbano de la degradación medioambiental. Para ello se requieren varios mecanismos que puedan fomentar un desarrollo territorial más equitativo y sostenible que sea compatible con transiciones ecológicas justas.

Estos incluyen, entre otros:

(a) renovar los enfoques existentes de reciprocidad y accesibilidad urbano-rural;

(b) proporcionar servicios clave e infraestructuras sostenibles;

(c) promover la movilidad activa y limpia y la conectividad;

(d) buscar y promover la complementariedad y la solidaridad entre territorios;

(e) avanzar en estrategias locales de seguridad alimentaria, energía sostenible y gestión de residuos;

(f) reconstruir la interacción entre urbanización y medio ambiente desde una perspectiva renaturalizadora.

En definitiva, a la hora de avanzar en las vías hacia la igualdad, la centralidad de la dimensión espacial invita a los GLR a comprender la naturaleza interconectada de las intervenciones a diferentes escalas. Esto implica comprometerse con intervenciones que operan a escala intraurbana, interurbana y regional, y debería incluir el avance, por ejemplo, de los mecanismos de equiparación y las políticas urbanas nacionales. En general, esto exige identificar cuál es la escala de intervención más adecuada, basándose en el principio de subsidiariedad, y apoyar los mecanismos democráticos y dirigidos por la comunidad, como los planes por zonas.

Principio 3: Una nueva cultura de gobernanza subnacional

Las vías hacia la igualdad analizadas en la GOLD VI requieren una nueva cultura de gobernanza subnacional que sea capaz de hacer frente a la naturaleza interconectada y compleja de las desigualdades. Esta nueva cultura de gobernanza debe empezar por replantearse el papel que desempeñan los GLR a la hora de abordar las disparidades y las asimetrías socioespaciales, así como de garantizar los derechos. Este papel, como se ha puesto de manifiesto en los diferentes capítulos de este Informe, implica entender a los GLR como garantes activos y no sólo como proveedores de servicios. Su misión es poner en marcha mecanismos legales e institucionales que aseguren su papel desarrollista, al tiempo que garantizan los derechos de todos, cuestionan las asimetrías de poder y corrigen las desigualdades. Para desempeñar estas múltiples funciones, los GLR necesitan ciertas capacidades - a saber, poder, recursos y capacidades - que deben ser facilitadas por un entorno institucional propicio adecuado.

Para asumir estas funciones, los GLR necesitan una descentralización política, administrativa y fiscal efectiva. Entre otras consideraciones, esto implica construir una arquitectura adecuada de gobernanza colaborativa que se base en los principios de subsidiariedad, transparencia y rendición de cuentas. También requiere mecanismos eficaces que faciliten la gobernanza multinivel. Es importante que existan capacidades institucionales adecuadas que permitan promover enfoques integrados. También deben evitar la fragmentación de las diferentes estructuras de gobernanza en los distintos territorios y ciudades, así como de los diferentes servicios y agendas. Esto es especialmente evidente en la fragmentación de los servicios asistenciales. Otro ejemplo es el coste que pagan los sectores más desfavorecidos de la población como consecuencia del desajuste entre la conectividad, la prestación de servicios, las políticas medioambientales y los programas de trabajo digno. Enfoques como la « colibración » y otras estrategias para la « gobernanza de la gobernanza » son cruciales para facilitar estos esfuerzos, y especialmente cuando están relacionados con retos complejos como los que plantea la emergencia climática.

La nueva cultura de gobernanza necesaria para cumplir el papel de garantes de los GLR requiere ciertas condiciones previas, como la existencia de una rendición de cuentas y una transparencia adecuadas. Sólo entonces será posible movilizar procesos participativos que profundicen en la democracia. Lograrlo supone, en primer lugar, incorporar mecanismos participativos en la toma de decisiones, como la planificación participativa o las asambleas locales. Implica también la consolidación de una cultura de gobernanza capaz de reconocer las prácticas y demandas existentes al margen de las estructuras formales de gobierno.

Es necesario:

(a) comprometerse y coproducir iniciativas empoderadoras de la sociedad civil;

(b) apoyar prácticas de base de comunización y renaturalización, y diversas formas de hacer ciudad;

(c) reconocer y apoyar lo que suelen ser actividades de cuidado invisibilizadas y con perspectiva de género;

(d) integrar prácticas formales e informales relacionadas con la conectividad, los medios de vida, la cultura, la energía y/o la gestión de residuos;

(e) comprometerse de forma significativa con los procesos de democracia local, y facilitar las condiciones y capacidades adecuadas para que puedan hacer frente a las asimetrías de poder, entre otros.

Hacer todo esto también implica garantizar que se dan todas las condiciones organizativas necesarias para la prestación eficaz de servicios públicos locales adecuados para todos y de forma que se aborden las disparidades existentes. Y lo que es más importante, también implica crear asociaciones significativas entre la sociedad civil, el sector privado y el sector público, a través de iniciativas tanto formales como informales. Estas asociaciones necesitan una cultura de gobernanza capaz de establecer mecanismos de colaboración que garanticen alianzas justas y eficaces. Los GLR deben reconocer la existencia de condiciones desiguales y comprometerse con los distintos sectores. También deben crear sistemas de apoyo para las voces históricamente marginadas, como las de las mujeres, los grupos estructuralmente marginados, las autoridades tradicionales, las personas mayores y los jóvenes. Estos mecanismos deberían permitir a estos grupos implicarse de forma más significativa en los procesos participativos y combatir así las arraigadas asimetrías de poder.

Principio 4: Arquitectura adecuada de financiación e inversión

Sin los recursos públicos adecuados, cualquier esfuerzo por abordar las disparidades no alcanzará su objetivo. La localización de los mecanismos de financiación es fundamental para que los GLR puedan cumplir su mandato de proporcionar servicios e infraestructuras para avanzar hacia la igualdad. Para apoyar las vías hacia la puesta en común, el cuidado, la conexión, la renaturalización, la prosperidad y la democratización, es necesario desarrollar nuevos enfoques que incluyan medidas procesables y que sean capaces de desbloquear la financiación necesaria. Los GLR deben ir un paso más allá en este sentido: necesitan una cultura de gobernanza y una arquitectura financiera que aumente sus recursos y les permita construir un nuevo contrato social con sus ciudadanos. Lograrlo implicará reconocer, y movilizar, el valor generado por los actores locales.

Para ello, en primer lugar es necesario :

(a) consolidar el espacio fiscal local;

(b) reforzar las fuentes de ingresos propias de los GLR;

(c) aumentar y estabilizar las transferencias fiscales basadas en fórmulas de los gobiernos nacionales;

(d) permitir a los GLR un mayor acceso a los préstamos de los bancos, los socios internacionales para el desarrollo y el sector privado.

Por un lado, las instituciones nacionales necesitan desarrollar nuevos modelos financieros como parte de sus políticas urbanas y territoriales nacionales y reforzar las capacidades técnicas que apoyan la localización de la financiación. Deben garantizar transferencias fiscales intergubernamentales adecuadas y fiables a los GLR, y que éstas lleguen a tiempo y vayan acompañadas de mecanismos de compensación transparentes que garanticen un desarrollo territorial más equilibrado. También debe prestarse especial atención a los entes locales pequeños e intermedios y a las regiones rezagadas, para no impedir que estos territorios queden rezagados. En respuesta a sus necesidades, es necesario reforzar las intermediaciones nacionales y locales para la financiación subnacional (a través, por ejemplo, de: bancos de desarrollo subnacionales, agencias de financiación de los gobiernos locales, bancos verdes locales y sociedades instrumentales). La adaptación acelerada al cambio climático implica que los niveles local, regional y nacional necesitarán mecanismos de financiación suplementarios.

También tendrán que establecer nuevas asociaciones entre diferentes sectores y escalas, especialmente en los países en desarrollo. Por otro lado, los GLR de muchas regiones necesitan reforzar sus capacidades y ser más solventes, adquirir mayor autoridad y lograr autonomía sobre sus propios ingresos y la reconstrucción de sus propios espacios fiscales (por ejemplo, mejorando la recaudación de impuestos y la captación del valor de la tierra). Esta es una condición previa para capacitarles para utilizar una amplia gama de mecanismos de financiación, incluida la financiación mediante capital y deuda, llevada a cabo directamente o a través de intermediarios. Hay que renovar las reglas del juego para crear ecosistemas financieros locales y asociaciones capaces de apoyarse mutuamente y que puedan trabajar para garantizar la financiación de las inversiones urbanas y territoriales a nivel local, nacional e internacional. Los ecosistemas financieros locales son cruciales para impulsar el desarrollo territorial endógeno. Esto puede lograrse mediante: la promoción de medios de vida que reconozcan las diferentes identidades; la financiación de infraestructuras adecuadas de conexión y servicios básicos; y la promoción de un desarrollo territorial equilibrado y de actividades económicas que garanticen transiciones ecológicas justas. Es importante destacar que una infraestructura financiera adecuada también requiere un control eficaz de los recursos públicos, responsabilidad y transparencia. Esto puede conseguirse mediante el uso de mecanismos inclusivos como los presupuestos participativos y las herramientas de gobierno abierto. Estos enfoques deben basarse en el fortalecimiento de las alianzas locales, la creación de capacidad y el desarrollo de la participación para movilizar una gama más amplia de recursos. Esto significa, por un lado, valorar la diversidad de los recursos no monetarios, urbanos y territoriales producidos por las prácticas cotidianas, y las redes sociales, y las innovaciones radicales que tienen lugar en los territorios. Por otro lado, significa apoyar las necesidades financieras de esos espacios y grupos, como forma de aumentar los rendimientos sociales y de igualdad asociados a sus actividades. Esto incluye, por ejemplo, reconocer y proporcionar apoyo financiero al trabajo, normalmente no monetizado, realizado por los cuidadores y el tejido social que sustenta sus actividades. Este enfoque requiere que los GLR avancen en asociaciones estratégicas y de colaboración y ofrezcan sistemas de financiación más inclusivos. Estas asociaciones deben ser vehículos para reconocer el valor existente producido por las partes interesadas locales. Esto debería incluir su valor reproductivo, cómo contribuyen a profundizar la democracia y promover la puesta en común, la conexión y/o la renaturalización. Y lo que es más importante, este reconocimiento exige que los GLR innoven y encuentren formas más inclusivas de distribuir los recursos financieros y de integrar los sectores formal, informal e híbrido.

Principio 5: Comprometerse con el tiempo: pasado, presente y futuro

La noción de vías invita inevitablemente a los GLR a replantearse sus estrategias e intervenciones de forma que se integren en marcos temporales que vayan más allá de los ciclos electorales. Abordar las desigualdades implica reconocer las diferentes imbricaciones de las disparidades urbanas y territoriales con las trayectorias a largo plazo, y comprometerse con el tiempo en consecuencia. Para que prosperen plenamente, las vías hacia la igualdad que se analizan en este Informe deben abordar de manera significativa cuestiones relacionadas con el pasado, el presente y el futuro. Las desigualdades se han (re)producido durante largos periodos y a través de diferentes historias que sustentan las actuales asimetrías de poder, las limitaciones estructurales y las pautas de exclusión. Reconocer estos legados históricos desiguales es un primer paso esencial en el proceso de abordar las raíces de las desigualdades. Por lo tanto, es esencial emprender procesos de reparación activa en relación con las dinámicas de exclusión y opresión creadas y sostenidas por trayectorias coloniales, clasistas, racistas, capacitistas y patriarcales.

Para los GLR, esto implica, entre otras cosas :

(a) considerar la distribución históricamente desigual, y en función del género, de la carga de las actividades de cuidado;

(b) responder a la intersección histórica entre la degradación medioambiental, la extracción de recursos naturales, el colonialismo y las desigualdades sociales;

(c) reparar activamente la distribución desigual de las amenazas relacionadas con el clima que afectan a las ciudades, y en particular a los residentes de los asentamientos informales, los migrantes y los grupos históricamente marginados.

Las desigualdades contemporáneas se basan en estas trayectorias históricas, que también reflejan las formas en que los distintos individuos y grupos se relacionan con su uso actual del tiempo. Prestar atención al tiempo en el presente invita a los GLR a abordar el problema de la pobreza de tiempo y la desigual distribución de la demanda y escasez de tiempo que sufren personas de distintos géneros, clases, razas, capacidades y edades. A la hora de avanzar hacia una mejor conectividad urbana y territorial, los GLR deben prestar especial atención a la forma en que las infraestructuras y las inversiones están relacionadas con la presión desigual sobre el tiempo en las distintas zonas y entre los distintos grupos sociales. Del mismo modo, las intervenciones para promover oportunidades de subsistencia dignas, una vivienda adecuada, más espacio público y mejores servicios también deberían permitir un uso más justo del tiempo, especialmente para determinados grupos estructuralmente marginados. Por último, los GLR sólo podrán hacer frente a las desigualdades siendo audaces a la hora de planificar el futuro. Las vías antes mencionadas sólo serán posibles si se basan en visiones cocreadas y radicales de un futuro sostenible y más equitativo. Esto implica que los GLR deben adoptar medidas estratégicas para hacer frente a las limitaciones estructurales mencionadas anteriormente, al tiempo que apoyan prácticas radicales incrementales sobre el terreno. La sociedad civil organizada y las iniciativas de colaboración están construyendo alternativas a través de prácticas cotidianas de puesta en común, cuidado, conexión, prosperidad, renaturalización y democratización. Si bien aisladas pueden parecer insuficientes, cuando se reconocen, apoyan y amplían adecuadamente, pueden alcanzar puntos de inflexión y contribuir al cambio estructural. En otras palabras, los GLR pueden apoyar formas de incrementalismo radical y ampliarlas, con el tiempo, de manera que transformen las audaces visiones locales en futuros más equitativos.

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