¿Cómo fomentar la reutilización del agua residual tratada en Francia?
Jérôme Harmand, Nassim Ait Mouheb, Sami Bouarfa, julio 2025
El plan hidrológico francés tiene como objetivo alcanzar un 10 % de reutilización de las aguas residuales tratadas para 2030. ¿Cómo lograrlo sin aumentar el consumo total de agua, es decir, sin correr el riesgo de un efecto rebote? Panorama de las buenas prácticas identificadas por la investigación científica.
Para descargar: news-30744-reut-guide.pdf (17 MiB)

En Francia, el plan hidrológico anunciado por el presidente de la República en 2023 fijaba el objetivo de desarrollar 1000 proyectos de reutilización de «aguas no convencionales (ANC)» en 2027. Se trata de un objetivo intermedio antes de alcanzar el 10 % de reutilización de aguas residuales tratadas (REUT) para 2030.
Si se persigue sin el suficiente discernimiento, este objetivo cuantitativo nacional podría dar lugar a una mala adaptación y a proyectos inadecuados. Por ejemplo, a proyectos que tendrían como consecuencia un aumento del consumo global de agua debido al «efecto rebote». El riesgo sería presentar la REUT como un nuevo recurso, cuando en realidad esta agua reutilizada podría faltar en los medios naturales.
Sin embargo, el estado actual de la ciencia y el análisis de las experiencias internacionales confirman el interés de la reutilización del agua para responder a situaciones de fuerte tensión. Estas mismas experiencias demuestran también que los proyectos están muy condicionados por las limitaciones locales.
En otras palabras, su éxito dependerá de la implicación de los actores, de la adecuación entre la calidad del agua requerida y el nivel tecnológico de los tratamientos, de la viabilidad económica de los proyectos, etc.
Las aguas residuales, un recurso más que un residuo
Para ayudar a nuestras sociedades a adaptarse al cambio climático y preservar nuestro medio ambiente, es esencial una gestión controlada y responsable del agua, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo. Se trata de un reto estratégico para garantizar unas condiciones de vida sostenibles para todos.
Esto pasa, en particular, por la sobriedad y la optimización de los usos y el reparto de los recursos. Sobre todo, no hay que olvidar tener en cuenta el estado de los medios acuáticos. Por ejemplo, considerando el papel medioambiental de las aguas residuales tratadas en el mantenimiento de los caudales de estiaje durante los periodos de sequía.
En este contexto, las aguas residuales ya no deben considerarse un residuo que hay que tratar y eliminar, sino un recurso. Estas aguas pueden, por ejemplo, ser ricas en fertilizantes útiles para los cultivos agrícolas. En una lógica de economía circular, pueden considerarse flujos de valor, en función de las especificidades territoriales (adecuación entre las necesidades de los cultivos y el agua disponible, proximidad de los usos, etc.).
Las aguas residuales domésticas constituyen el principal recurso que puede movilizarse. Sin embargo, es necesario ampliar el concepto de economía circular del agua a todas las aguas no convencionales. Por ejemplo, el agua de lluvia, el agua de las piscinas o el agua evacuada del subsuelo para permitir la explotación de obras subterráneas como metros, túneles o aparcamientos… Esto permite equilibrar mejor los usos y las extracciones a escala territorial.
Cerrar el «pequeño» y el «gran» ciclo del agua
Para hacer frente a las tensiones sobre los recursos, debemos inventar nuevos enfoques. El reto consiste en replantearse su uso a lo largo de toda la cadena de valor. Para ello, se pueden imaginar usos en bucle (reutilización tras un uso anterior), allí donde hasta ahora eran lineales (movilización, uso, vertido).
Se trata de diseñar una gestión del agua más integrada a escala territorial, que limite los recursos y las necesidades. El objetivo es que el ciclo de uso perturbe lo menos posible el «gran» ciclo (o ciclo natural) del agua, tanto cuantitativa como cualitativamente.
El contexto agrícola, urbano o industrial también es importante. Impone examinar los riesgos medioambientales y sanitarios. En efecto, se trata de modificar el ciclo del agua. La implantación de soluciones que favorezcan ciclos cortos puede afectar a los medios y a las poblaciones en diversos grados. Esto es especialmente cierto en períodos de sequía severa.
Por ejemplo, la calidad microbiológica del agua puede plantear problemas en situaciones de reutilización indirecta. En este caso, el agua no se extrae directamente a la salida de la estación (donde estaría sujeta a normas de calidad para su reutilización), sino aguas abajo, en el curso de agua en el que se vierte la salida de la estación. Este tipo de extracción solo está regulado por restricciones cuantitativas, y ya no cualitativas.
¿Qué proyectos tienen éxito?
El estado actual de la ciencia y el análisis de las experiencias internacionales son útiles para identificar los factores de éxito de estos proyectos.
En primer lugar, se benefician de un contexto geográfico favorable. Por ejemplo, cuando la distancia entre los yacimientos y los usos potenciales es razonable o cuando ya existen instalaciones hidráulicas.
También organizan la concertación entre las distintas partes interesadas (gestores, agricultores, consumidores, financiadores, etc.). El reto consiste en implicarlos en la gobernanza para poder armonizar mejor sus respectivos intereses.
Asimismo, establecen un plan de control de los riesgos sanitarios y medioambientales, por ejemplo, adoptando un enfoque de barreras múltiples.
Estos proyectos se beneficiarían de un marco normativo y reglamentario claro y armonizado, a una escala que trascienda el ámbito nacional, a fin de aprovechar la experiencia internacional. Con la excepción de la reutilización para fines agrícolas, la normativa sobre aguas residuales podría mejorarse para que sea más precisa, coherente, menos compleja y más duradera.
Por último, estos proyectos deben movilizar modelos económicos equilibrados entre las partes interesadas productoras y beneficiarias. Deberían basarse en un análisis caso por caso de la rentabilidad de las infraestructuras, cuya financiación y explotación a menudo involucran a actores privados y públicos.
Buenas prácticas que deben adoptarse
Para favorecer el éxito de los proyectos de REUT, es necesario, en primer lugar, que la gestión responsable del agua sea una prioridad en todos los países del mundo. Esto implica incorporar en la legislación instrumentos normativos de política medioambiental que lo permitan, sin aumentar la carga ni la complejidad de los marcos actuales.
También es necesario promover medidas previas, en particular la sobriedad, la optimización y el reciclaje in situ del agua durante el diseño y la explotación de nuevas infraestructuras. Para minimizar el impacto antropogénico en el ciclo natural del agua, es mejor reutilizar un metro cúbico de aguas residuales que extraerlo del medio natural.
Es necesario integrar en el análisis de rentabilidad del proyecto sus impactos y beneficios sanitarios, sociales y medioambientales a lo largo de todo su ciclo de vida, así como el coste de oportunidad global.
También se podría integrar el reciclaje del agua extraída en todos los planes directores de ordenación y gestión del agua. De este modo, la REUT puede integrarse en los proyectos territoriales de gestión del agua (PTGE) y en los planes de ordenación y gestión del agua (SAGE).
Solo así se puede concebir y planificar una reutilización multirrecursos y multiuso (cuando sea posible y pertinente) de las aguas residuales. Esto permite sustituir la REUT por otras extracciones del medio o por el uso de agua potable. Para ello, es necesario tener en cuenta de forma sistemática los retos de restauración y preservación de los recursos y los ecosistemas
. Esto también requiere replantearse las licitaciones y los contratos de delegación de servicios públicos. Habría que tener en cuenta la razón de ser y las diversas funciones de las estaciones de tratamiento de aguas residuales y ampliar su papel de «estaciones depuradoras» al de auténticas plantas de valorización, cuando sea pertinente.
Más allá de la recuperación del agua, se pueden extraer nutrientes, como nitrógeno o fósforo, o incluso producir calor. Pero para que esto sea posible, es necesario adaptar en consecuencia los instrumentos fiscales, las modalidades de tarificación y, en general, los modelos económicos.
Es fundamental reforzar el apoyo financiero a la investigación en esta materia. A diferentes escalas, cabe citar, por ejemplo, el Défi Clé Water Occitanie (WOc), el proyecto REUTOSUD, el programa de financiación Water4All o la red europea de investigación Water4Reuse.
Esto también pasa por la creación y animación de estructuras de sensibilización, intercambio de conocimientos y concertación. Estas deben implicar a los poderes públicos nacionales, regionales y locales, junto con otras partes interesadas. Estos dispositivos de investigación-acción interdisciplinaria, denominados «Living Labs», están arraigados en los territorios y en la interfaz entre ciencia, política y sociedad. Al igual que los Living Labs, creados en el marco del WOc ya mencionado, deben facilitar el diseño de nuevas herramientas, servicios o usos en torno al reciclaje del agua.
Por último, es necesario fomentar la aculturación de toda la cadena técnica y administrativa. Esto pasa por la formación inicial y continua de los profesionales, las oficinas de estudios, los representantes electos y los funcionarios centrales y territoriales. Esto permitirá una aplicación más fácil de estos nuevos enfoques de gestión del agua, al servicio de una economía circular del agua.
Este texto ha sido elaborado por iniciativa de Eau, Agriculture et Territoires, la cátedra Agua, Agricultura y Cambio Climático, y la red REUSE del INRAE, coorganizadores de la primera edición de la conferencia internacional REUSE EUROMED, celebrada del 29 al 31 de octubre de 2024 en Montpellier.
Las siguientes personas han colaborado en este artículo, por orden alfabético:
Nassim Ait-Mouheb (Inrae; Agua, Agricultura y Territorios), Claire Albasi (Universidad de Toulouse, Défi Clé Water Occitanie), Christophe Audouin (Suez), Gilles Belaud (Cátedra EACC; Agua, Agricultura y Territorios), Sami Bouarfa (Inrae; Agua, Agricultura y Territorios), Frédéric Bouin (Universidad de Perpignan Via Domitia, UPVD), Pierre Compère (Explicite Conseil), Ehssan El Meknassi (Costea), Jérôme Harmand (Inrae; Agua, Agricultura y Territorios), Marc Heran (Instituto Europeo de Membranas, Cátedra SIMEV), Barbara Howes (SCP), Marie-Christine Huau (Veolia, Dirección de Desarrollo del Agua), Vincent Kulesza (SCP; Agua, Agricultura y Territorios), Rémi Lombard-Latune (Inrae; EPNAC; Grupo de Trabajo Nacional sobre Aguas No Convencionales), Alain Meyssonnier (Instituto Mediterráneo del Agua), Bruno Molle (EIA/Inrae), Simon Olivier (Polo de Competitividad Aqua-Valley), Carmela Orea (Agua, Agricultura y Territorios), Céline Papin (Agua, Agricultura y Territorios), Nicolas Roche (Universidad de Aix-Marsella/Universidad Politécnica Mohammed VI, Agua, Agricultura y Territorios), Stéphane Ruy (Inrae, Instituto Carnot), Pierre Savey (BRL; Agua, Agricultura y Territorios) y Salomé Schneider (Cátedra EACC).
Referencias
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theconversation.com/comment-favoriser-la-reutilisation-des-eaux-usees-traitees-en-france-257141
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Jérôme Harmand, Directeur de Recherche, Inrae
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Nassim Ait Mouheb, Directeur de Recherche, INRAE, expertises sur les techniques d’irrigation et les enjeux agronomiques et environnementaux de la réutilisation des eaux alternatives, Inrae
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Sami Bouarfa, Agronome et chercheur en sciences de l’eau, Inrae