En los países del Sur, una protección social ecológica para hacer frente a las consecuencias del cambio climático

Léo Delpy, Bruno Boidin, julio 2025

The Conversation

Ante los fenómenos climáticos extremos, los países del Sur y las organizaciones internacionales están desplegando fondos de emergencia y proyectos One Health que vinculan la salud humana, animal y medioambiental. Sin embargo, estas iniciativas suelen estar compartimentadas. ¿Cómo replantearse la protección social para que se adapte a los retos climáticos?

Según el IPCC, el cambio climático tiene numerosas consecuencias para la salud humana: aumento de la mortalidad relacionada con las olas de calor, agravamiento de las crisis alimentarias, mayores dificultades de acceso al agua, aparición de zoonosis, etc. El último informe mundial sobre protección social de la Organización Internacional del Trabajo destaca una paradoja: en los 20 países más vulnerables al cambio climático, solo el 8,7 % de la población media se beneficia de un sistema de protección social.

Sin embargo, la puesta en marcha desde la década de 2010 de políticas de ampliación de la protección social y de cobertura sanitaria universal en los países de bajos ingresos prometía avances reales. Ruanda, por ejemplo, se considera a menudo un caso de éxito tras la implantación de la afiliación obligatoria a mutuas para los trabajadores de la economía informal (el conjunto de empleos no regulados ni protegidos por el Estado) y el firme compromiso del Estado. Este tipo de política se ha puesto en marcha en casi todos los países del África subsahariana, pero los resultados siguen siendo dispares. Ante esta situación, ¿cómo se puede construir una protección social no solo más amplia, sino también adaptada a las consecuencias del cambio climático?

Dispositivos existentes, pero insuficientes

Ante la intensificación generalizada de los efectos del cambio climático, el economista Eloi Laurent señala que el sector privado no podrá garantizar la cobertura de este tipo de riesgos por varias razones. Por un lado, los siniestros relacionados con el cambio climático tienen repercusiones variables, cuyas consecuencias y costes asociados son difíciles de estimar. Además, estos siniestros afectan de manera diferente a los territorios, por lo que algunos no son rentables para las compañías de seguros, como las regiones costeras.

Eloi Laurent propone en este contexto una protección social ecológica que adapte la protección social a los riesgos ecológicos. Se trata de mutualizar los costes relacionados con la cobertura de estos riesgos y luchar contra las desigualdades relacionadas con el cambio climático.

En el África subsahariana, algunas iniciativas van en esta dirección. Uno de los dispositivos emblemáticos en la ampliación de la protección social frente al cambio climático es el programa de protección social adaptativa en el Sahel. Puesto en marcha en 2014 por el Banco Mundial y los gobiernos nacionales, sigue aplicándose hoy en día en seis países (Burkina Faso, Malí, Mauritania, Níger, Senegal y Chad).

Este programa propone combinar transferencias monetarias dirigidas a las poblaciones vulnerables en caso de fenómenos climáticos con un sistema de alerta temprana. Este mecanismo se basa en indicadores que se actualizan periódicamente para anticipar la aparición de una crisis, por ejemplo, una sequía. Una parte de la ayuda se libera cuando los indicadores del sistema de alerta (precipitaciones en el caso de las sequías) superan los umbrales establecidos.

Sin embargo, el programa solo cubre una parte relativamente pequeña de los riesgos nacionales. En total, según el informe anual de 2024, cerca de 1,2 millones de personas se benefician de un dispositivo de respuesta a las crisis. Esto representa una parte ínfima de la población y los riesgos de la región. Por otra parte, cabe preguntarse por la sostenibilidad de estos programas, cuya financiación corre íntegramente a cargo de organizaciones internacionales. Teniendo en cuenta el coste actual del programa (varias decenas de millones de euros al año), parece difícil ofrecer una cobertura duradera a toda la población.

Vincular la protección social adaptativa y el enfoque «One Health» («Una sola salud»)

El enfoque «One Health» es un concepto integrado que considera fundamentales las interdependencias entre la salud humana, la salud animal y la salud ambiental. El grupo de expertos de alto nivel «One Health» lo define así: «“Una sola salud” (One Health) […] reconoce que la salud de los seres humanos, los animales domésticos y salvajes, las plantas y el medio ambiente en sentido amplio (incluidos los ecosistemas) están estrechamente relacionadas y son interdependientes».

En África se han puesto en marcha varias iniciativas basadas en este enfoque, principalmente con el fin de luchar contra las enfermedades infecciosas, en particular las zoonosis. Algunos países se consideran relativamente avanzados (Kenia, Tanzania), ya que han creado una plataforma «One Health» que reúne a los diferentes actores implicados (ministerios de salud, medio ambiente, servicios veterinarios, etc.). Otros países también están activos, pero menos avanzados (Camerún, Senegal, etc.).

El proyecto Thiellal en Senegal es un ejemplo interesante de estas iniciativas. En una región ganadera y agrícola, la falta de una gestión organizada de los residuos domésticos tiene un impacto considerable en las comunidades de ganaderos y agricultores (contaminación plástica, química, resistencia a los antimicrobianos provocada por los residuos de medicamentos, etc.). El proyecto Thiellal tiene como objetivo movilizar a las comunidades locales para actuar sobre los determinantes de la salud mediante un enfoque «One Health».

Se han puesto en marcha varias soluciones basadas en esta lógica. Estas consisten en formar a los actores comunitarios y profesionales para la implementación de acciones adaptadas a los contextos locales (clasificación de residuos, agroecología), sensibilizar a los agricultores sobre los riesgos relacionados con el uso de productos químicos y encontrar soluciones alternativas, y finalmente apoyar las decisiones a nivel comunitario, además de los actores públicos locales y nacionales. Sin embargo, este proyecto ilustra el hecho de que los proyectos One Health no suelen incluir dispositivos de protección social, y viceversa.

Iniciativas que siguen estando compartimentadas

Se observa que los dispositivos de protección social adaptativa descritos anteriormente siguen aplicándose de forma independiente de las iniciativas One Health. Los primeros están impulsados por algunos actores de la ayuda al desarrollo (Banco Mundial, Unicef, Programa Mundial de Alimentos), los segundos por otras instituciones (Organización Mundial de la Salud, Organización Mundial de Sanidad Animal, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, etc.). La compartimentación de ambos tipos de acciones da lugar a una falta de sinergia y a una menor eficacia de ambos dispositivos.

De hecho, la protección social incluye un componente de gestión y anticipación de riesgos que, en su estado actual, no integra las enseñanzas del enfoque «One Health». Así, por retomar el ejemplo del proyecto Thiellal, el uso de pesticidas, la agricultura productivista y la contaminación del agua son también factores que contribuyen a aumentar el riesgo de fenómenos climáticos extremos. Estos, a su vez, ponen en grave peligro las condiciones de vida y la salud humana, ya que provocan desastres medioambientales y reducen el acceso a los alimentos (pérdidas de ganado y de producción agrícola). Tener en cuenta estos efectos parece indispensable para el éxito de los dispositivos de protección social.

La comprensión de las interacciones entre la salud humana, la salud animal y la salud ambiental debería integrarse sistemáticamente en los dispositivos de protección social como factores de riesgo medibles (para que los indicadores de alerta temprana sean más fiables), pero también como palancas para mejorar las sinergias entre la salud y el medio ambiente.

Por ejemplo, la agroecología, al reducir el uso de pesticidas y otros productos contaminantes, garantizaría la protección del medio ambiente y de los animales, y tendría efectos significativos en la salud humana. En Benín, la granja Songhaï es un ejemplo de éxito de un centro de formación y producción agrícola basado en la agroecología. La granja genera ingresos locales y produce alimentos de calidad sin dañar el medio ambiente. En cierto modo, esta experiencia adopta un enfoque «One Health» sin saberlo.

La integración de este concepto en los sistemas locales de protección social permitiría actuar en dos dimensiones. Por un lado, recrear ecosistemas viables desde el punto de vista económico, social y medioambiental. Por otro, garantizar los beneficios de estos ecosistemas para las poblaciones que contribuyen directamente a ellos, al tiempo que se les proporciona una protección social frente a los riesgos climáticos.

Referencias

Para ir más allá