Resumen del informe II AR6 del IPCC

Grupo de Trabajo II

febrero 2022

El IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) es una organización formada por 195 Estados miembros de la ONU cuyo objetivo es evaluar periódicamente los conocimientos científicos más avanzados sobre el clima, sin sesgos. Reúne a miles de expertos voluntarios de todo el mundo para evaluar, analizar y sintetizar los numerosos estudios científicos sobre el tema. Los informes del IPCC son fundamentales para las negociaciones internacionales sobre el clima, como la COP21 de París en 2015 y la COP26 de Glasgow en 2021. En 2007, el IPCC compartió el Premio Nobel de la Paz con Al Gore. El IPCC está organizado en tres grupos de trabajo. El Grupo 1, cuyo informe se publicó en agosto de 2021, estudia los aspectos científicos del cambio climático. El Grupo 2, que elaboró el informe del que este es un resumen, evalúa los riesgos y la adaptación al cambio climático. El Grupo 3 se centra en la mitigación del cambio climático y debe presentar un informe en abril de 2022.

Para descargar: ipcc_ar6_wgii_summaryforpolicymakers.pdf (1,3 MiB)

Introducción

El cambio climático está causado por las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. Los riesgos resultantes son el resultado de la interacción entre los peligros climáticos (por ejemplo, olas de calor, aumento del nivel del mar, sequías), la exposición y la vulnerabilidad de las sociedades humanas y los ecosistemas. La exposición se refiere a la presencia de sistemas (especies vivas, ecosistemas, poblaciones humanas, infraestructuras, etc.) susceptibles de sufrir daños. La vulnerabilidad, por su parte, caracteriza la propensión de estos sistemas a sufrir daños, es decir, su sensibilidad al cambio climático y su capacidad para hacerle frente.

La adaptación al cambio climático implica reducir la exposición y la vulnerabilidad para reducir sus impactos negativos. Para las sociedades humanas, la adaptación es un esfuerzo concertado para ajustarse al clima actual o previsto. Los ecosistemas también pueden adaptarse, a través de mecanismos naturales como la migración de especies o la evolución. El objetivo de la adaptación es lograr un estado más resiliente, es decir, uno en el que los sistemas humanos y naturales sean capaces de mantener sus funciones esenciales y su capacidad de adaptación frente a las perturbaciones climáticas.

El clima, los ecosistemas y las sociedades humanas son altamente interdependientes. Los seres humanos dependen del buen funcionamiento de los ecosistemas para su supervivencia, y también pueden ayudarles a adaptarse al cambio climático. El cambio climático forma parte del contexto más amplio de muchos impactos humanos sobre el medio ambiente: pérdida de biodiversidad, agotamiento de los recursos naturales, degradación de los suelos y ecosistemas. Las interacciones entre el clima, los ecosistemas y las sociedades humanas son, por tanto, esenciales para comprender los riesgos asociados al cambio climático y definir las opciones de adaptación.

El objetivo de este informe es comprender y cuantificar los riesgos climáticos para los sistemas humanos y naturales y presentar estrategias de adaptación eficaces, viables, justas y equitativas. Se basa en cinco escenarios de Vías Socioeconómicas Compartidas (SSP) presentados por el primer grupo de trabajo del IPCC. Estos escenarios exploran una amplia gama de desarrollos futuros en términos de población, políticas medioambientales y desarrollo económico y tecnológico, traducidos en trayectorias de emisiones de GEI.

Impactos y riesgos actuales y futuros

Impactos observados del cambio climático

El cambio climático ya ha causado daños generalizados a la naturaleza y al ser humano más allá de la variabilidad natural del clima. Es responsable del deterioro generalizado de las funciones y estructuras de los ecosistemas (terrestres, de agua dulce y marinos). El alcance y la magnitud de los impactos del cambio climático son mayores que los estimados en informes anteriores. Algunos daños, como la extinción de especies, son irreversibles. Otros, como el deshielo de los glaciares o los daños a los ecosistemas del Ártico por el deshielo del permafrost, serán pronto irreversibles.

El aumento de la frecuencia e intensidad de varios tipos de fenómenos meteorológicos extremos (olas de calor, fuertes precipitaciones, sequías, etc.) está causando impactos irreversibles al llevar a los sistemas naturales y humanos más allá de sus límites de adaptación. También provocan un creciente desplazamiento de las poblaciones. Estos acontecimientos exponen a millones de personas a la inseguridad alimentaria y del agua, a la que son especialmente susceptibles los niños, los ancianos y las mujeres embarazadas (Figura 1). En este sentido, cerca de la mitad de la población mundial sufre una grave escasez de agua al menos un mes al año. En general, los sistemas humanos y naturales más vulnerables se ven afectados de forma desproporcionada.

El cambio climático también está teniendo un impacto negativo en la salud física y mental de las poblaciones a nivel mundial. Las olas de calor han provocado mortalidad en todas partes, y las enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua van en aumento. Las enfermedades están apareciendo en zonas que antes no estaban afectadas.

Por último, en las ciudades, el cambio climático ha repercutido en la salud humana, los medios de vida y las infraestructuras (agua, saneamiento, energía, transporte). Los impactos se concentran en los marginados económica y socialmente.

Vulnerabilidad y exposición de los ecosistemas y los seres humanos

La vulnerabilidad de los ecosistemas y las sociedades humanas varía enormemente según las regiones (Figura 2). Depende en gran medida del nivel de desarrollo, del uso insostenible de los océanos y la tierra, del nivel de desigualdad y marginación, de los modelos sociales injustos contemporáneos y pasados (como el colonialismo) y de la gobernanza.

La degradación de los ecosistemas reduce su capacidad de adaptación al cambio climático, pero también la de las personas, comunidades y sociedades que dependen de ellos. Más allá de la variable climática, la futura vulnerabilidad de los ecosistemas depende en gran medida de la evolución humana pasada, presente y futura. Esto incluye el consumo y la producción insostenibles, así como la creciente presión demográfica y la continua sobreexplotación de la tierra, los océanos y el agua.

Entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en condiciones de alta vulnerabilidad al calentamiento global. Los actuales modelos de desarrollo insostenibles están aumentando la exposición de los ecosistemas y de los seres humanos a los riesgos climáticos. Entre 2010 y 2020, la mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en las regiones más vulnerables. Esta vulnerabilidad se ve agravada por la injusticia, así como por la marginación relacionada con el género, la etnia o el nivel de ingresos. Este es el caso, en particular, de los pueblos indígenas y las comunidades locales.

Riesgos a corto plazo (2021-2040)

Cualquiera que sea el escenario del PSS, los riesgos asociados al calentamiento aumentarán inevitablemente a corto plazo. El informe del primer grupo de trabajo mostró que el calentamiento global ya ha alcanzado 1,1°C, y que podría llegar a 1,5°C mucho antes de 2040. Incluso con menos de 2 °C de calentamiento, se espera que algunos riesgos clave provoquen impactos generalizados, invasivos y potencialmente irreversibles, especialmente en el caso de una alta exposición y una adaptación insuficiente. Por lo tanto, las acciones a corto plazo que limitan el calentamiento a alrededor de 1,5 °C reducirían sustancialmente, aunque no eliminarían, las pérdidas y los daños a los ecosistemas y a las sociedades humanas en comparación con niveles más altos de calentamiento.

Riesgos a medio (2041-2060) y a largo plazo (2081-2100)

A partir de 2040, los sistemas naturales y humanos se enfrentarán a mayores riesgos. La gravedad de los riesgos dependerá del nivel de calentamiento y no es proporcional a éste (Figura 3). Los ecosistemas se enfrentarán a un mayor riesgo de extinción a medida que aumente el calentamiento. Las especies endémicas se encuentran entre las más amenazadas: sus extinciones podrían multiplicarse por diez entre un calentamiento global de +1,5°C y +3°C.

Los recursos hídricos también se verán afectados, lo que planteará muchos retos para su gestión. Por ejemplo, a +2°C, la cantidad de agua disponible para el riego procedente del deshielo podría disminuir hasta un 20% en algunas regiones. A +4°C, el 10% de las zonas terrestres del mundo podrían sufrir variaciones extremas en los caudales de los ríos.

Los riesgos para la seguridad alimentaria serán tanto cuantitativos (menor rendimiento agrícola) como cualitativos (contaminación, menor diversidad, etc.). Estos impactos se verán amplificados por el aumento de la frecuencia y la gravedad de las sequías, las inundaciones y las olas de calor, así como por la subida del nivel del mar. El deterioro de la calidad del suelo, el desarrollo de enfermedades y la pérdida de biomasa contribuirán a la pérdida de producción de alimentos. Las regiones con pocas o ninguna opción de adaptación, como el África subsahariana, el sur de Asia y América Central y del Sur, probablemente experimentarán un alto riesgo de malnutrición.

También se prevé que el cambio climático agrave los problemas de salud física y mental que se observan actualmente. La exposición a las olas de calor aumentará si continúa el calentamiento global. Los riesgos de enfermedades transmitidas por el agua, los alimentos y los vectores aumentarán en cualquier escenario sin medidas de adaptación. El riesgo de dengue, por ejemplo, podría afectar a una zona más amplia del planeta y poner en peligro a miles de millones de personas a finales de siglo.

Las ciudades, las infraestructuras y las viviendas de las zonas costeras y de altas temperaturas están especialmente en peligro. Una subida de 15 cm del nivel del mar podría aumentar en un 20% la población en riesgo de sufrir inundaciones costeras extremas. Esta población se triplicaría si el nivel del mar subiera 1,4 m con la población actual. Además, entre la mitad y las tres cuartas partes de la población mundial podría estar expuesta a combinaciones letales de calor y humedad en 2100.

El desplazamiento de la población aumentará a medida que se intensifiquen los fenómenos extremos y la subida del nivel del mar, especialmente en las regiones muy expuestas y con pocas opciones de adaptación. Esto podría llevar a un aumento de los conflictos.

Riesgos en cascada

Los riesgos climáticos son cada vez más complejos de gestionar. En efecto, varios peligros pueden afectar simultáneamente a una zona o a un sector de actividad. Sin embargo, los factores climáticos también pueden interactuar con factores no climáticos, creando riesgos en cascada. Por ejemplo, el aumento de la frecuencia de las olas de calor y las sequías puede reducir los rendimientos agrícolas, pero también la productividad del trabajo, lo que a su vez reduce los rendimientos.

Como resultado de estos riesgos en cascada, podrían alcanzarse puntos de inflexión en ecosistemas sensibles, como los de las regiones polares o la selva amazónica.

Los fenómenos extremos tendrán repercusiones en las sociedades y las economías más allá de las fronteras. De hecho, las cadenas de suministro y los flujos de productos básicos podrían verse afectados, generando conflictos. Por ejemplo, el cambio climático está afectando a la distribución geográfica de las poblaciones de peces a medida que se desplazan hacia los polos. Por lo tanto, existe una necesidad creciente de gestión transfronteriza de las existencias. No sobrepasar los 1,5°C de calentamiento es aún más crucial, ya que cualquier aumento de la temperatura, aunque sea temporal, corre el riesgo de liberar carbono de los ecosistemas que actualmente almacenan grandes cantidades de carbono. Estos ecosistemas ya se han visto fuertemente afectados: aumento de los incendios, desecación de las turberas, derretimiento del permafrost, mortalidad masiva de árboles. Estos impactos aumentan las emisiones de GEI de estos ecosistemas y debilitan su capacidad de almacenamiento de carbono, lo que dificulta aún más la limitación del calentamiento.

Estrategias de adaptación

Se ha avanzado mucho en la planificación y aplicación de la adaptación, incluso mediante una mayor concienciación política y pública. Esto ha dado lugar a muchos beneficios en la productividad agrícola, la innovación, la salud, la seguridad alimentaria, los medios de subsistencia y la conservación de la biodiversidad, que han contribuido a reducir los riesgos y los daños. Sin embargo, existe una gran diferencia entre los niveles actuales de adaptación y los necesarios para hacer frente a los riesgos climáticos. De hecho, la mayor parte de la adaptación observada es muy limitada: a pequeña escala, distribuida de forma desigual geográficamente, específica del sector y en respuesta a los impactos observados. Al ritmo actual de aplicación de las soluciones de adaptación, esta brecha seguirá creciendo. Por lo tanto, es importante acelerar la planificación y la aplicación de soluciones para colmar estas lagunas. En este sentido, la próxima década será decisiva.

Existen muchas medidas de adaptación en diferentes sectores. Los enfoques multisectoriales que también abordan las desigualdades sociales mejoran la eficacia y la viabilidad de estas medidas. La adaptación también depende de la mitigación (limitación de emisiones), el otro pilar principal de la lucha contra el cambio climático. De hecho, cuanto mayor sea el nivel de calentamiento, menos eficaces serán las soluciones de adaptación. Por último, la adaptación reducirá el riesgo de conflictos relacionados con los impactos del cambio climático. Por ejemplo, ayuda a limitar las tensiones relacionadas con la migración forzada por razones climáticas. El aumento de la capacidad de adaptación de las personas amplía el abanico de opciones a la hora de tomar decisiones migratorias, garantizando la seguridad de los desplazamientos dentro de los países y entre ellos. Del mismo modo, el riesgo de conflicto se reducirá apoyando el empoderamiento de las mujeres.

Sin embargo, la adaptación al cambio climático tiene sus límites. Algunos ya se han alcanzado o están a punto de hacerlo, por ejemplo, los arrecifes de coral, algunos mares cálidos, algunos humedales costeros y algunos ecosistemas polares. Para luchar contra el calentamiento global, se necesita una gobernanza mundial, políticas adecuadas y esfuerzos financieros considerables. Las decisiones políticas tendrán que ir más allá de los plazos electorales. La mayor parte de la financiación, principalmente pública, se ha destinado a la mitigación, y mucho menos a la adaptación. Sin embargo, la adaptación es absolutamente necesaria. Una gobernanza adecuada es tanto más crucial cuanto que algunas acciones beneficiosas a corto plazo pueden resultar inadecuadas a largo plazo, como la construcción de diques. Las respuestas de adaptación también deben ser justas, equitativas y, por tanto, inclusivas. Algunos de los errores del pasado pueden evitarse mediante una planificación a largo plazo. El seguimiento preciso de las acciones emprendidas en todos los niveles de la esfera pública es esencial para lograr resultados sostenibles. Estas acciones deben tener objetivos y prioridades claros, e instrumentos para medir con precisión sus impactos y progresos.

Condiciones para un desarrollo resistente al cambio climático

Desarrollo resistente al clima para los sistemas naturales y humanos

Los impactos observados, los riesgos proyectados, las tendencias actuales de la vulnerabilidad y los límites de la adaptación demuestran que la necesidad de actuar para un desarrollo resistente al clima es más urgente que lo que se había evaluado en el Quinto Informe de Evaluación del IPCC. Es importante actuar ahora de forma coherente, ya que cada aumento de temperatura reduce las posibilidades de éxito.

Las oportunidades de desarrollo resistente al clima no son las mismas en todo el mundo. Dependen del contexto nacional, regional y local. Puede haber prioridades que compiten entre la mitigación, la adaptación y el desarrollo. El equilibrio entre la adaptación y la mitigación depende de la capacidad, los recursos, la vulnerabilidad, la cultura, el medio ambiente y las decisiones de desarrollo tomadas en el pasado. La vulnerabilidad territorial y las desigualdades sociales y económicas agravan los problemas de desarrollo existentes, especialmente en lugares especialmente vulnerables como las zonas costeras, las islas pequeñas y las regiones polares.

Una gobernanza inclusiva basada en la equidad y la justicia social y climática contribuye a obtener resultados de adaptación más eficaces y sostenibles. Por lo tanto, los diferentes actores deben conciliar intereses, valores y visiones del mundo divergentes. Para ello es necesario desarrollar asociaciones con grupos tradicionalmente marginados, como las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas o las minorías étnicas. Este proceso se ve facilitado por la cooperación internacional y la colaboración de los gobiernos con los organismos educativos, las instituciones científicas, los medios de comunicación y los inversores. Son más eficaces cuando cuentan con el apoyo de políticas, instituciones y recursos (incluidos los financieros) favorables. Las opciones legales y políticas también pueden reducir las vulnerabilidades estructurales abordando las desigualdades basadas en el género, la etnia, la discapacidad, la edad, la ubicación y los ingresos.

El cambio climático está aumentando la vulnerabilidad de los territorios. La tendencia mundial al aumento de la urbanización ofrece una oportunidad de desarrollo resistente. Esto también incluye la adaptación en zonas más rurales, por ejemplo, fomentando el mantenimiento de las cadenas de suministro periurbanas de bienes y servicios. Además, en 2020, casi 896 millones de personas vivían en zonas costeras bajas. Esta cifra podría superar los mil millones de personas en 2050. Estas personas se enfrentan a riesgos agravados por el clima, como la subida del nivel del mar.

Para reducir el riesgo climático, es urgente tomar decisiones sobre la construcción futura, la planificación urbana, las infraestructuras y el uso del suelo existente. Por lo tanto, el desarrollo urbano debe responder a las lagunas en la ordenación del territorio y la adaptación, reduciendo al mismo tiempo la vulnerabilidad de las poblaciones marginadas y de bajos ingresos.

Los esfuerzos financieros dirigidos a estos últimos ofrecen las mayores ganancias de bienestar.

Salvar la biodiversidad y preservar los ecosistemas

Salvaguardar la biodiversidad y proteger y restaurar los ecosistemas son componentes esenciales del desarrollo resistente al clima. Mantener la resistencia de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas requerirá la preservación efectiva de aproximadamente el 30-50% de la superficie terrestre del mundo. Esta preservación también tendrá beneficios para los seres humanos, como la producción de alimentos, los recursos hídricos, los medios de subsistencia, la salud y el bienestar, al tiempo que contribuirá a la reducción del riesgo climático. La biodiversidad y los servicios de los ecosistemas tienen una capacidad limitada de adaptación más allá de 1,5 °C de calentamiento, lo que dificultará aún más el desarrollo resistente al clima.

Las pruebas científicas son inequívocas: el cambio climático es una amenaza para la humanidad y el planeta. Este informe muestra que los riesgos climáticos están apareciendo antes y con mayor intensidad de lo previsto. Los ecosistemas y las poblaciones humanas están siendo empujados hasta sus límites y más allá. Cualquier otro retraso en la adopción de medidas concertadas a nivel mundial destruirá cualquier esperanza de un futuro habitable.

Referencias

Para ir más allá