Clubbing

Eric Charmes, octubre 2015

La clubbización es un proceso por el cual los grupos sociales localizados, que solían formar comunidades políticas, se convierten en clubes (Charmes, 2011a). Mientras que en la primera, la cuestión es cómo convivir dentro de un grupo cuya composición está predefinida (en las sociedades rurales tradicionales, rara vez se elige el pueblo en el que se pasa la vida), en la segunda, la composición del grupo está por determinar mientras que son las condiciones de convivencia las que están fijadas desde el principio (se elige el pueblo en el que se quiere vivir y, una vez instalado, no se cuestionan sus características). Los municipios periurbanos están especialmente preocupados por este proceso, debido a su pequeño tamaño y a las competencias que les corresponden (sobre todo en materia de regulación del uso del suelo). Su pequeño tamaño facilita la formación de grupos de habitantes con intereses similares. Al mismo tiempo, sus competencias permiten a estos grupos controlar las cualidades de su entorno residencial.

Así, en muchas comunidades periurbanas, la adquisición de una vivienda unifamiliar se parece mucho a la adquisición de una entrada a un club residencial: al mudarse a una casa, uno se convierte también en « miembro » de un municipio cuyos habitantes están unidos por el disfrute común de un entorno vital concreto. Como resultado del mercado inmobiliario, los «  clubes  » que ofrecen el entorno de vida más codiciado se convierten en los que tienen el «  boleto de entrada  » más caro. Los clubes menos solicitados, por estar alejados de los centros o ser objeto de molestias, son los menos caros y a ellos acuden principalmente los hogares de clase media baja. La selección social es tanto más vigorosa cuanto que los barrios de los hogares acomodados son muy codiciados (sobre todo por la educación de los hijos), y las familias acomodadas se sienten atraídas por ellos. En este contexto, los habitantes se agrupan sobre la base de gustos e ingresos similares. Están vinculados por el hecho de compartir un lugar de residencia y se ocupan principalmente de la gestión y el mantenimiento de este lugar, en una lógica económica cercana a la que preside el funcionamiento de una copropiedad. También se trata de reservar el acceso y el uso de este lugar, lo que hace que la exclusividad y la determinación de las modalidades de pertenencia al grupo sean una cuestión central. Esto se refleja, entre otras cosas, en la normativa urbanística destinada a controlar la calidad del asentamiento, con, por ejemplo, la prohibición de construir edificios de apartamentos, o incluso la prohibición de toda nueva construcción.

En el municipio de Châteaufort, presentado en la ficha Châteaufort : commune prisée des Yvelines, los principales problemas locales son el mantenimiento de la escuela y la conservación del entorno vital. Este deseo guió la movilización de los antiguos habitantes para la creación del Parque Natural Regional del Valle de Chevreuse (PNR). También orienta la movilización contra la contaminación atmosférica generada por el cercano aeródromo de Toussus-le-Noble o contra la operación de interés nacional de la meseta de Saclay. Unas normas urbanísticas muy protectoras reflejan estas preocupaciones y justifican discursos como « no hay más suelo edificable » cuando sólo una cuarta parte del territorio del municipio está urbanizado.

Otro tipo de club residencial periurbano es el condominio suburbano. En lugar de ser gestionada por un municipio, la gestión de la urbanización la lleva a cabo una asociación de copropietarios. La diferencia entre la gestión pública y la privada, que es importante en teoría, a veces se vuelve mínima cuando se analiza la forma en que se hacen las cosas en la práctica. Un subtipo de condominio para el que el concepto de club residencial es especialmente relevante es el condominio cerrado. Este tipo de complejo residencial se conoce por su nombre en inglés : the gated community (Charmes, 2011b).

Referencias