Economías fordistas y posfordistas: ¿qué diferencias hay?
Remi Dormois, marzo 2013
La descripción de un sistema económico puede hacerse de diferentes maneras, una de las cuales, promovida por la teoría de la regulación, propone favorecer una entrada en términos de régimen de acumulación. El régimen de acumulación se refiere a modalidades particulares en cuanto a la creación y el reparto de la riqueza, la organización de las actividades económicas, la relación entre el trabajo y el capital, y la distribución de las funciones económicas entre las esferas privada y pública. Examinaremos con más detalle dos regímenes de acumulación - el régimen fordista de 1945 a 1975 y el régimen postfordista desde 1975 - presentando sus principales características y analizando sus efectos sobre la distribución espacial de las actividades económicas, en particular sobre el papel de las ciudades en cada régimen.
¿Cuáles son las características de la economía fordista?
El sistema de acumulación fordista se basa en un doble compromiso.
La primera es entre los asalariados y los propietarios de capital. Los propietarios del capital aceptan un aumento de los salarios porque las ganancias de productividad vinculadas a la mecanización de las herramientas de producción y el carácter sostenido de la demanda les garantizan un aumento de los rendimientos y de sus márgenes financieros. El período 1945-1975 se caracterizó por un esfuerzo por dotar a los hogares de una relativa ausencia de demarcación social en las prácticas de consumo, lo que también fue una ventaja para la difusión del taylorismo en las técnicas de producción. Los aumentos salariales se acordaron porque los propietarios del capital los veían como una forma de garantizar el llenado de las carteras de pedidos debido al bajísimo nivel de internacionalización de los mercados de consumo. Aunque las materias primas sean objeto de comercio internacional, la mayoría de los bienes de consumo se producen en el país, o en una zona geográfica cercana cuando los Estados tienen territorios limitados, donde se consumen.
El segundo compromiso se establece entre la empresa y las autoridades públicas (Estados o instituciones públicas según los países europeos). La empresa se encarga de la producción de bienes y servicios y paga los salarios, y el Estado o las instituciones públicas se encargan de la reproducción de la fuerza de trabajo. El periodo fordista es el periodo de aplicación de las políticas de equipamiento, pero también de las políticas de solidaridad. El Estado financió ambiciosos programas de construcción de viviendas sociales, escuelas, colegios, institutos, universidades, equipamientos socioculturales, hospitales, carreteras y autopistas, puertos y aeropuertos, etc. Además de este componente de equipamiento, los Estados europeos establecieron sistemas de protección social que compartían principios comunes como la financiación mediante cotizaciones pagadas por los empresarios. La seguridad social fue una de las instituciones emblemáticas del régimen fordista en Francia. La financiación pública de las infraestructuras y de las políticas de solidaridad es posible gracias al aumento de los ingresos procedentes de los impuestos (renta, sociedades, activos/propiedad) en un contexto de crecimiento. Según el país europeo, serán el Estado o las autoridades locales, y en particular las ciudades, los principales actores de la producción de bienes y servicios para los habitantes y usuarios.
El desarrollo de la industria integrada a gran escala caracteriza el periodo fordista. La organización científica de la producción y la integración vertical de todas las tareas del proceso productivo en un mismo grupo fueron los métodos organizativos elegidos para aumentar la productividad y satisfacer una demanda ciertamente sostenida pero relativamente estandarizada. En este modelo productivista, el problema espacial es principalmente el de la disponibilidad de suelo. El terreno es necesario para el desarrollo de complejos industriales servidos por grandes infraestructuras para el suministro de materias primas y energía. La industria pesada, la fabricación de automóviles, la química pesada y la construcción naval tienden a concentrarse en determinadas regiones europeas, que se convierten así en sectores altamente especializados con influencia nacional o incluso supranacional. Esta monoactividad está, pues, en el origen del crecimiento económico de estas regiones, pero será, a partir de entonces, también la causa de su declive: la ausencia de una base económica diversificada que acentúa las repercusiones económicas y sociales de las crisis sectoriales. Otros sectores industriales, como la producción de bienes de consumo, están más repartidos por todo el territorio nacional porque dependen menos de las materias primas y los recursos energéticos, pero también porque los Estados organizan voluntariamente la instalación de fábricas en regiones que antes eran poco industriales. La acción de la DATAR1 en Francia es emblemática de esta política de desarrollo económico del territorio con la deslocalización de centros de investigación de la región parisina, de establecimientos industriales que representan un total de más de 400.000 puestos de trabajo entre 1955 y 1975 con vistas a extender la producción industrial a todo el territorio nacional (centro nacional de estudios espaciales en Toulouse, comisión de energía atómica en Grenoble, centro nacional de estudios de telecomunicaciones en Lannion,…)
¿Por qué entró en crisis la economía fordista?
La crisis del régimen fordista se produjo en la segunda mitad de los años setenta. Es el resultado de varios factores. A medida que se desarrollaba el equipamiento doméstico durante el periodo 1945-1965, varios mercados de consumo pasaron de una fase de desarrollo a una fase de madurez. La demanda se está desacelerando, lo que pone a las empresas en una situación de exceso de capacidad de producción. Por primera vez, se contempló la reducción de la jornada laboral y los despidos. Los precios suben como respuesta a la caída de las ventas para mantener los márgenes financieros de los propietarios del capital. Esta ralentización de las ventas y la consiguiente presión sobre los salarios reduce los ingresos públicos procedentes de los impuestos. Como las políticas de equipamiento y solidaridad están en plena madurez, las inversiones públicas son importantes y no pueden detenerse de la noche a la mañana: los Estados recurren al endeudamiento en un primer momento, considerando que la caída de sus ingresos es sólo cíclica (un mal momento para pasar…). Pero un grupo de expertos económicos denuncia esta estrategia de huida del gobierno. Formados en las grandes universidades anglosajonas -sobre todo en la Universidad de Chicago-, estos expertos se adhieren a las tesis neoliberales que dan prioridad absoluta al control del gasto público y a la lucha contra cualquier disposición que obstaculice la expresión de los mecanismos de mercado considerados como las modalidades óptimas de asignación de los recursos (crítica de un modelo alternativo basado en la planificación normativa de origen público, por ejemplo). Esta nueva generación de expertos neoliberales alcanzó puestos de decisión en bancos, universidades, empresas y también en las administraciones creadas en Estados Unidos y Gran Bretaña tras la victoria de los candidatos republicanos (R. Reagan elegido en 1981) y conservadores (M. Thatcher nombrada Primera Ministra en 1979). La doxa neoliberal se extendió entre las élites económicas y políticas, dando lugar a importantes cambios en el contenido de las políticas públicas en los países anglosajones desde principios de los años ochenta, y luego, a medida que avanzaban los años ochenta, en la mayoría de los países de la OCDE.
¿Cuáles son las características de la economía posfordista?
El régimen posfordista se caracteriza por una división internacional del trabajo en el proceso de producción. La internacionalización se produce en tres niveles: capital, consumo y producción. La internacionalización de las finanzas conduce, por un lado, a la estructuración de un sector económico propio (con su propio mercado, actores y reglas), pero también a profundos cambios en el funcionamiento de las empresas (públicas o privadas) de otros sectores. Las empresas pueden reunir más rápidamente el capital necesario para su desarrollo, pero estos inversores buscan sobre todo rendimientos a corto plazo y no se guían por una lógica patrimonial a medio plazo como lo hacían los inversores de la burguesía y los bancos locales en el periodo anterior (característica que se mantiene en el caso del capitalismo renano). En cuanto a la internacionalización de los mercados de consumo, merece una aclaración. La mayoría de los mercados no son realmente globales, sino que son construidos por los operadores en subconjuntos internacionales: Asia, América del Norte asociada a Europa, África, América del Sur o incluso Rusia… En todos los casos, sus límites superan los de los Estados-nación que constituían el marco de los mercados del periodo fordista. Por último, la internacionalización se refiere a los procesos de producción con una división internacional entre regiones especializadas en investigación y desarrollo, marketing, finanzas, logística/distribución, otras regiones especializadas en la fabricación, el mantenimiento, etc. y, por último, regiones que concentran los principales mercados de consumo. Por supuesto, hay que tener en cuenta que esta especialización internacional de tareas está en constante evolución. Así, las actividades de I+D se han desarrollado considerablemente en regiones que solían especializarse en actividades de producción (China, Brasil e India, por ejemplo).
En el régimen posfordista, la competitividad de las empresas se basa principalmente en la innovación y en el saber hacer para optimizar los costes de producción (subcontratando todo lo posible). En los mercados maduros, como la mayoría de los mercados de bienes de consumo, el desarrollo de la empresa se basa en su capacidad para crear una nueva necesidad entre los consumidores y ser el único proveedor hasta que la competencia ofrezca una alternativa. Cabe señalar que la demanda se ha desestandarizado considerablemente en comparación con los treinta años gloriosos. Para la empresa, esto representa tanto una ventaja como una dificultad. Una ventaja porque hay muchos más mercados. Pero también es difícil porque estos mercados son de pequeño volumen. De ahí la importancia que da la empresa a la innovación tecnológica, pero también al marketing, que son los recursos centrales en este proceso de diferenciación. De ahí también la generalización de las asociaciones entre empresas, cada una de las cuales prefiere centrarse en su actividad principal y desarrollar, en la medida de lo necesario, asociaciones con otras empresas líderes e innovadoras en sus campos. Por lo tanto, son más los grupos de empresas que las grandes empresas industriales las unidades básicas del régimen posfordista. Cabe señalar que la lógica de la integración no desaparece en el régimen postfordista, pero se basa en la búsqueda de una minimización del riesgo financiero y no en el deseo de controlar todas las etapas de un proceso de producción como en el régimen fordista. De ahí la estructuración de holdings financieros que toman participaciones en los competidores, pero también en otros sectores, para minimizar las pérdidas en caso de crisis sectoriales.
Las características de la organización económica posfordista que acabamos de describir están en el centro del proceso de polarización económica de las ciudades, y principalmente de las ciudades muy grandes.
1 Creada en 1963, la Délégation interministérielle à l’aménagement du territoire et à l’attractivité régionale (DATAR) es un departamento del Primer Ministro. Como administración interministerial, Datar prepara, inicia y coordina las políticas de planificación regional del Estado. Con vistas al desarrollo sostenible de los territorios, la acción de Datar se guía por el doble objetivo de la atracción y la cohesión, llevada a cabo en colaboración con todos los agentes implicados en la ordenación del territorio.
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