PAP 65 : De la producción al consumo, recuperar los paisajes de los sectores para influir en las decisiones colectivas que los impulsan

Auréline Doreau, abril 2023

Le Collectif Paysages de l’Après-Pétrole (PAP)

Con vistas a garantizar la transición energética y, más en general, la transición de nuestras sociedades hacia un desarrollo sostenible, 60 profesionales de la planificación han constituido una asociación para promover el papel central que pueden desempeñar los enfoques paisajísticos en las políticas de ordenación del territorio. En este artículo, Auréline Doreau, agrónoma y responsable de proyectos de Energía y Territorios en CLER - Réseau pour la transition énergétique (Red para la transición energética), aborda la cuestión de los « paisajes sectoriales » y los efectos/impactos, a escala planetaria, del consumo de las sociedades industrializadas y ricas en términos medioambientales y sociales.

Para descargar: article-65-collectif-pap_ad-min.pdf (1,9 MiB)

Los sectores económicos que garantizan la producción de los bienes que consumimos forman parte de tantos paisajes: en la base de nuestros usos alimentarios, diferentes tipos de campos y explotaciones agrícolas, mercados de interés nacional, carreteras, zonas de almacenamiento y, por último, supermercados. Estos elementos de una cadena paisajística se nos aparecen como distintos, sin que percibamos habitualmente la lógica global. Lejos de estos espacios familiares, nuestros usos tienen a veces considerables repercusiones sociales y medioambientales en los países donde se cosechan, transforman y transportan las materias primas que componen los productos que consumimos. El conjunto forma un paisaje de cadenas de suministro cuyos principales costes corren a cargo de los actores locales. Esta distribución de los procesos de producción es la fuente de emisiones de carbono que están desestabilizando el clima de la Tierra. Para remediar estas consecuencias nefastas de nuestros modos de vida, ¿puede el paisaje, herramienta crítica de diagnóstico, convertirse en palanca de movilización y de gestión? En un momento en que el planeta está siendo sobreconsumido por los países más ricos, necesitamos dotarnos urgentemente de herramientas perceptivas cuyo impacto emocional nos permita acelerar la transformación de nuestros modos de vida y establecer territorios más sobrios, más armoniosos y más sostenibles.

De la producción de materiales a la construcción de entornos vitales

Paisajes de metales

Los metales indispensables para la fabricación de smartphones, automóviles y otros aparatos electrónicos se extraen de minas que la mayoría de las veces están situadas fuera de Europa, en países donde las condiciones de empleo siguen siendo deplorables: trabajo infantil, condiciones de seguridad extremadamente precarias, salarios bajos, grandes problemas de salud, por no hablar de otros impactos sociales como la expropiación. La minería también causa daños considerables al medio ambiente, reduciendo la biodiversidad y contaminando el agua y el suelo, como ilustra el dibujo de Laura Pandelle sobre los efectos de la minería en la Guayana Francesa 1.

Una vez fabricados y comprados, los objetos digitales fabricados con estos materiales invaden los paisajes cotidianos y transforman la forma en que los seres humanos aprecian sus contornos 2. El consumo sobrio es esencial si queremos limitar estas dramáticas consecuencias. Pero, ¿cómo pasar de una sociedad ávida de renovación de objetos que utiliza productos mineros cada vez más concentrados a otra que reduzca el consumo y reutilice los objetos?

Paisajes alimentarios

La agricultura produce animales y plantas, que son la principal fuente de alimentos para los seres humanos. Es difícil saber qué viajes han hecho los ingredientes de un plato que cocinamos en casa. Del mismo modo, el reducido número de actores del sector de la distribución y la complejidad y compartimentación de su organización hacen que los agricultores estén a menudo mal pagados, mal reconocidos y, a veces, culpados de las consecuencias nefastas de los sistemas agroindustriales de los que sólo son un eslabón. Además, se encuentran cada vez más aislados y desamparados debido a unos métodos de cultivo que a menudo ya no eligen, al aumento del tamaño de las explotaciones y a la disminución del número de agricultores 3. Por otra parte, los sistemas directos del campo a la mesa contribuyen a sensibilizar sobre los problemas agrícolas y las necesidades medioambientales. Pero siguen siendo escasos en Francia, donde la distribución de productos a corta distancia representa menos del 10% del mercado 4. La deslocalización y la solidaridad territorial asociada son uno de los vectores de una evolución deseable de la agricultura francesa, destinada a mejorar la calidad medioambiental de los sectores mediante una mejor complementariedad entre agricultura y ganadería, por ejemplo, pero también a garantizar el dinamismo de las zonas rurales. La generalización de una diversidad de cultivos en cada región contribuirá a poner fin a la uniformización de los paisajes, que hoy en día se caracterizan comúnmente por los monocultivos, y limitará las aportaciones territoriales. Los paisajes regionales se volverán más complejos e interdependientes gracias a las múltiples interrelaciones entre los seres vivos y los elementos naturales recreados localmente.

Paisajes energéticos

Moverse, construir, calentarse o comunicarse: la mayoría de las actividades humanas consumen energía. Para producirla se necesitan una serie de estructuras físicas: presas hidroeléctricas, lugares de extracción de petróleo, centrales nucleares y minas de uranio asociadas, y turbinas eólicas. La instalación de estos dispositivos en paisajes y parajes causa más o menos revuelo en función de la pertinencia de la propuesta técnica, pero también del contexto cultural y social de su instalación, de la publicidad que se les dé, de la densidad de su presencia en el área metropolitana local, de la intensidad del servicio energético prestado y de si la población local ha podido o no participar en la gobernanza de los proyectos. Los representantes electos y los residentes locales no suelen tener ni idea de las asombrosas cantidades de energía que consumen directamente o como consecuencia de su estilo de vida. Nuestros usos digitales más o menos elegidos, por ejemplo, hacen uso de centros de datos y redes asociadas, que consumen cantidades considerables de energía, no se perciben claramente en el espacio y, por lo general, no están sujetos a una gobernanza y planificación compartidas 5. Más allá de la necesaria evaluación de los niveles de consumo, el debate sería sin duda más claro si tuviéramos en cuenta el origen de las fuentes de energía que dan forma a nuestros paisajes. En Francia, los combustibles fósiles y la energía nuclear dominan la combinación energética nacional. Las gasolineras y la arquitectura emblemática de las torres de refrigeración de las centrales eléctricas son claros ejemplos de ello. Pero no es la cuenca parisina la que suministra el petróleo que se consume en el país, como tampoco son las minas de uranio de Bretaña o del Macizo Central las que aseguran el funcionamiento de nuestras centrales eléctricas. El uranio procede de Níger, Kazajstán, Uzbekistán y Australia, donde el paisaje sufre el impacto de las actividades mineras de un modo que generalmente desconocemos.

Ante esta situación, algunas regiones intentan reivindicar sus sistemas energéticos y la forma en que repercuten en los lugares donde viven. Es el caso de los territorios de energía positiva, o TEPOS, que están desarrollando sistemas energéticos territoriales trabajando para controlar su consumo e instalando energías renovables. Este enfoque, que incluye todos los sectores de actividad (urbanismo, agricultura, industria, movilidad, transporte, etc.), exige una visión holística del territorio. Poco a poco, los TEPOS van transformando su paisaje energético, del que cada vez son más conscientes y están más orgullosos, porque amortiguan las crisis energéticas 6. Aunque no tenemos control sobre el tiempo ni sobre la escala de evolución de los paisajes naturales, sí tenemos una responsabilidad colectiva sobre las formas de nuestro asentamiento humano en consonancia con el tiempo social y sus representaciones. Por tanto, para evaluar la calidad de la solución infraestructural propuesta, los organizadores del debate público tienen el deber de mostrar cómo una nueva infraestructura se inscribirá en el equilibrio socioambiental, modificando inevitablemente la percepción sensible del territorio 7. Reducir nuestro consumo reducirá sin duda las consecuencias nefastas 8. Pero nos resulta difícil percibir las vías por las que nos abastecemos, y el hecho de que la electricidad se venda en Francia por debajo de su coste nos incita a consumir grandes cantidades. Para establecer un mejor equilibrio entre nuestros usos y los paisajes que los sustentan, será útil utilizar herramientas de representación del paisaje 9 para considerar las lógicas de los sectores inducidos por el consumo humano. Éstas permiten imaginar y luego producir otros tipos de paisaje para establecer una armonía duradera entre los humanos y los no humanos de la Tierra.

Recuperar los paisajes

Existen numerosas iniciativas destinadas a sensibilizar a la opinión pública sobre el funcionamiento de las cadenas alimentarias. Los paisajes creados por lo que consumimos se identifican cuando aparecen en las etiquetas de los vinos o de ciertos quesos. Las representaciones de los terruños nos ayudan a identificar los lugares de origen de los distintos alimentos, aunque no siempre se representen fielmente los paisajes y se olviden la transformación y el transporte. Además, desde hace décadas existen herramientas de trazabilidad y promoción de la calidad local, ecológica o de comercio justo para toda una serie de productos. Para ir más lejos y participar en las decisiones políticas de la industria, los sistemas participativos de garantía (SPG), como Nature et Progrès, garantizan los criterios de calidad y su reparto entre productores y consumidores 10. A distintos niveles de participación, estas identificaciones de la cadena de suministro son una palanca para alinear los territorios de producción con los de consumo.

Si queremos comprometernos con cadenas de suministro más sostenibles y conseguir consumir menos, podemos suponer que los sistemas de etiquetado, al facilitar la comprensión del origen del producto, devolverían un valor simbólico a la energía. Del mismo modo que las denominaciones de origen controladas (AOC) mencionan el origen de ciertos productos como garantía de su calidad, la energía producida por una región podría identificarse como tal en nombre de la calidad de los paisajes donde y en qué condiciones se produce. Cuando las personas participan en un sistema local de producción de energía, ésta se percibe como más valiosa y consumen menos 11. Es el caso de las comunidades energéticas, hoy consagradas por la legislación europea y traducidas al derecho francés: las partes interesadas (ciudadanos, empresas, colectividades locales) son propietarias de los medios de producción, distribución, almacenamiento y utilización final de la energía 12. La instalación de sistemas energéticos de autoconsumo colectivo, como las centrales fotovoltaicas de los pueblos, no sólo ayuda a mantener los costes bajo control, sino que también permite a los residentes locales comprometidos mejorar su entorno vital recuperando el control de la tecnología y la gobernanza de estas instalaciones.

¿Cómo podemos obtener la energía que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades humanas sin comprometer el equilibrio general del planeta? Identificar las trayectorias de las distintas formas de energía y representarlas en el paisaje es una manera de conseguir que, en una zona determinada, los actores y los consumidores se reapropien del tema de la energía que tienen o necesitan. De este modo, el paisaje, como herramienta y resultado de estas elecciones, podría constituir un instrumento eficaz de aprendizaje colectivo para identificar los cambios útiles y motivar a la gente a emprenderlos.

Paisajes compuestos a negociar

Numerosas iniciativas facilitan la comprensión de los paisajes de los distintos sectores y muestran cómo las personas los han transformado: por ejemplo, el Sendero de los Apalaches propuesto por Benton MacKaye (1879-1975) 13. Otras iniciativas de senderismo más recientes, como el Parlamento del Loira, el GR13, los senderos metropolitanos o las travesías postpetroleras, pretenden ayudar a descubrir los distintos estratos de la creación de lugares. Estos (des)paseos por un mismo paisaje, durante la duración del paseo, permiten a los visitantes y a los actores locales encontrarse y debatir sobre la génesis de la zona, los diferentes momentos de su evolución y su futuro deseable. Los paseos paisajísticos brindan la oportunidad de cuestionar los paisajes que consumimos y de forjar vínculos entre los habitantes urbanos y rurales. Para que los distintos agentes locales que contribuyen a la existencia de un paisaje puedan influir en su futuro, un paso decisivo es crear espacios de lectura crítica que reúnan a esos distintos públicos y a los expertos de los sectores, para que juntos puedan reapropiarse de la comprensión de lo existente. ¿Qué mejor manera de compartir experiencias y debatir las distintas evoluciones posibles de los espacios que tenemos ante nosotros? Para tomar las riendas de nuestros espacios vitales y cambiar su configuración, las experiencias técnicas que reúnen a especialistas de la energía, arquitectos paisajistas y actores locales han movilizado a las partes interesadas en torno a la evolución de las presas de la meseta de Marchal 14. El objetivo de estos encuentros y de las lecturas críticas de los paisajes energéticos que producen colectivamente es imaginar las transformaciones de los paisajes que provocarían los cambios en nuestros usos, y cartografiarlas con gran detalle. Las herramientas paisajísticas pueden utilizarse para traducir las decisiones políticas sobre producción y suministro en consecuencias espaciales. Así, se pueden proponer escenarios prospectivos, ilustrados por elementos gráficos evocadores construidos por paisajistas. Por otra parte, la herramienta de paisajismo ETAPE del Collectif PAP permite espacializar las ambiciones energéticas cuantificadas de una zona y, por tanto, plasmarlas en forma de paisaje 15. Para traducir estas proyecciones en políticas públicas, los planes paisajísticos a escala territorial pueden incluir temas específicos, como la energía, a imagen de los planes paisajísticos de « transición energética ». Su contenido se tendrá en cuenta en los documentos de planificación urbana. Estas herramientas, que actúan sobre el abastecimiento energético local, contribuyen a devolver el poder público a todos y a reactivar la implicación política de todos. Hoy en día, nos gustaría que los planes de paisaje se generalizaran, sobre todo en relación con las cuestiones energéticas, con fuertes objetivos de gestión de la energía y de instalación de fuentes de energía renovables, porque son una palanca decisiva para la transición. Para aplicarlos, es decisiva la presencia continuada de la ingeniería paisajística local, como ocurre desde hace treinta años en el valle del Bruche.

En un momento en que apenas empezamos a tomar conciencia de la forma en que nuestras prácticas consumistas han trastornado el medio ambiente planetario y las distintas sociedades humanas, la ambición de que la sociedad recupere el control de los espacios en que vive anticipa la forma en que las técnicas de planificación concertada de los paisajes postpetroleros pueden generar en el futuro paisajes deseados y compartidos a escala local. En la reorganización de sus espacios de vida, los habitantes pueden desempeñar un papel de movilización en favor de nuevos usos, sobre la base de una vigilancia compartida que inspire las iniciativas institucionales necesarias para la transición de nuestras sociedades hacia la sostenibilidad económica, social y medioambiental a todas las escalas. Numerosas iniciativas, por el momento intersticiales, están demostrando cómo puede darse un valor simbólico a los lugares sobre los que tenemos un control colectivo, a la manera de la gestión de los bienes comunes descrita por Elinor Ostrom. De este modo, podríamos convertirnos en « compaysages » locales, compañeros con los que compartimos los paisajes que vivimos y con los que decidimos cómo evolucionan.

  • 1 Este fresco pertenece al número 12 de la revista itinerante de investigación y crítica social Z. En este número, realizado en la Guayana Francesa en vísperas de la apertura de una enorme mina de oro a cielo abierto en plena selva amazónica, el equipo de Z rastrea las continuidades históricas y críticas entre el extractivismo minero, el legado poscolonial y la carrera tecnológica hacia el espacio. Además de las 200 páginas de investigación, relatos y artículos de descodificación, este póster ofrece el sueño de abandonar el capitalismo minero y redescubrir un mundo de árboles. Revue Z - Editions de la dernière lettre. Dibujo: Laura Pandelle.

  • 2 Véase « des métaux dans mon smartphone », Systext, 2017.

  • 3 El riesgo de suicidio es un 43% más elevado entre los beneficiarios de la MSA que entre todos los beneficiarios de otros regímenes de seguridad social, cf info stat presse de la MSA, 2021.

  • 4 Véase la nota de la Cámara de Agricultura de los Países del Loira « Circuits court: quelle part dans la consommation alimentaire dans la production régionale?", junio de 2020.

  • 5 Véase el estudio « L’impact spatial et énergétique des data-centers sur les territoires » C. Diguet y F. Lopez, 2019.

  • 6 Véase la tribuna TEPOS « La crisis energética: TEPOS resiste », septiembre de 2022.

  • 7 Este requisito está recogido en la Orden de Diálogo Ambiental de 3 de agosto de 2016: « En el caso de un proyecto con un impacto significativo sobre el medio ambiente, la oportunidad y los objetivos del proyecto, así como el análisis de soluciones alternativas, incluida (…) la falta de ejecución, también están sujetos a la participación pública ».

  • 8 Los del petróleo son la extracción a un alto coste medioambiental y a veces social, la artificialización cada vez mayor del suelo para mover vehículos cada vez menos llenos y cada vez más grandes, como los todoterreno, y las disparidades sociales en el acceso al recurso del « viaje ». En el caso de la energía nuclear, el coste real de las instalaciones, los riesgos que conllevan y la gestión a largo plazo de los residuos de alto riesgo.

  • 9 Véase la tesis de Laure Dobigny, Quand l’énergie change de main : socio-anthropologie de l’autonomie énergétique locale au moyen d’énergies renouvelables en Allemagne, Autriche et France, 2016.

  • 10 El proyecto Biovallée en la región de Drôme tiene como objetivo desarrollar una actividad agrícola compatible con los recursos naturales y que responda a las necesidades humanas básicas en materia de agua potable, actividades de ocio, etc. Se ha puesto en marcha un enfoque participativo. Se ha puesto en marcha un enfoque participativo para diseñar los paisajes correspondientes, así como una gobernanza colectiva de los métodos de uso de la tierra. Véase el análisis de la agricultura diversificada y territorializada en « Caractérisation socio-économique des formes d’agriculture durable », Plumecocq et al., 2018. La dimensión jurídica de estas construcciones paisajísticas no suele tenerse en cuenta, pero es importante para desarrollar este tipo de sistemas de gestión.

  • 11 « Enchufo mi lavadora si el viento hace girar la turbina ». Véase la tesis de Laure Dobigny, citada anteriormente.

  • 12 Véase el artículo « Comunidades energéticas, ¿en qué punto nos encontramos?", CLER 2022.

  • 13 A partir de 1921, este silvicultor y pensador estadounidense propuso un proyecto de experimentación de una nueva forma de vivir, viajar e intercambiar a lo largo de un sendero de 3510 km que atraviesa el vasto territorio de la cadena de los Apalaches desde Georgia hasta Maine. El plan de MacKaye consistía en incluir instalaciones de acogida, descanso y producción, principalmente agrícola, para que los visitantes del sendero comprendieran la interdependencia entre la gestión de los recursos naturales y el empleo, o la conservación de los ecosistemas y el bienestar físico y mental de los seres humanos. De este modo, se les habría animado a implicarse localmente a través del senderismo o la producción agrícola. Proyecto visionario imbuido del espíritu de la educación popular, la dimensión política del proyecto fue despojada en el momento de su realización y reducida a un sendero de ocio, ya que los refugios agrícolas a lo largo del sendero, que debían permitir a los senderistas debatir sobre el desarrollo global de la zona, nunca se construyeron.

  • 14 El estudio realizado por el arquitecto paisajista Laurian Gascon, Les ouvrages hydroélectriques du plateau de Marchal (Las obras hidroeléctricas de la meseta de Marchal), ha permitido revalorizar las complejas obras mediante el diseño paisajístico, en particular alrededor de los lagos, preservando al mismo tiempo la ecología de los entornos y favoreciendo los paseos patrimoniales. Este estudio forma parte de la investigación-acción propuesta por la cátedra « Paisaje y Energía » de la École nationale supérieure de paysage de Versailles-Marseille.

  • 15 Esta herramienta sirve a las colectividades locales para elaborar su plan paisajístico de transición energética, como es el caso de la mancomunidad de municipios de los Hautes-Vosges.

Referencias